Echo un vistazo a su alrededor, girando sobre sí misma. ¿Dónde se encontraba? No conocía aquella calle. ¿O quizás sí? Se llevó las manos a la cabeza y apretando sus sienes trato de recordar. Empezó a sentir una fuerte opresión en su pecho, comenzó a costarle respirar. Se paró ante un escaparate y viendo el reflejo de su imagen (preguntándose quién era aquella desconocida que allí veía reflejada), se dio la vuelta y no vio nadie más, ni escuchaba nada; solo un silencio tan grande que la asusto. Y se sintió invadida por el pánico por lo que comenzó a correr. Sin rumbo, solo intentando salir de allí; aquel sitio que no le resultaba nada familiar. Pero también tratando de huir de esa extraña que vio y no conocía. Pero que tenía claro que sería ella.
De pronto freno en seco. Rebusco en sus bolsillos… y encontró unas llaves. ¿De donde eran? Trataba de recordarlo, pero no lo conseguía. Miró hacia abajo y vio el abrigo marrón largo, el cual no reconocía. Entonces se dio cuenta de que no recordaba nada. ¿Quién era? ¿Cómo se llamaba? ¿Dónde se dirigía? Solo deseaba que alguien le respondiera todas aquellas preguntas que resonaban en su mente y no hallaban respuesta. Pero volvió a mirar todo lo que tenía cerca, y supo que sería algo imposible. Tras unos segundos en los que su mente se quedo en blanco, cayó al suelo desplomada.
-Tomarle la temperatura. Quiero una analítica completa. Y si veis que no reacciona subirla para que le hagan un TAC. Quiero descartar cualquier lesión, en vista de que han dicho que se llevó un buen golpe. – Por fín podía escuchar a alguien. Escuchaba sí, pero no podía abrir los ojos, aunque lo intentaba. Se había terminado el silencio.
- Doctor, parece que comienza a tener un pulso normal. – Dijo la enfermera con entonación alegre- Seguiremos con las pruebas.
- De acuerdo, en cuanto tengan los resultados avísenme.
Abrió los ojos lentamente. Le pesaban mucho los parpados. Pero poco a poco lo fue consiguiendo. Y el resplandor que había en aquella habitación hicieron que en un primer momento los volviera a cerrar. Pero por fin, lo consiguió. Y pudo escudriñar todo lo que la rodeaba. Una habitación pintada de blanco, ella se encontraba en aquella cama y solo había otra más vacía junto a ella.
Se levanto y comenzó a andar. Salió de la habitación a un ancho pasillo y vio que todo era blanco. Los suelos, paredes, techos… incluso los marcos de las anchas ventanas y el poco mobiliario que encontraba a su paso. Unas pocas sillas y un mostrador hacia el que se dirigió esperando encontrar allí alguien. Pero no sucedió lo que esperaba; ya que estaba vacío al igual que todo a su alrededor. ¿Dónde estaba todo el mundo? ¿Y las personas que estaba segura de haber oído antes, cuando no pudo abrir los ojos? ¿Estaban jugando con ella? Siguió entrando en cada habitación por la que pasaba, en ese interminable pasillo. Nadie, vacías todas. No entendía nada.
Al fondo vio una gran puerta, y decidió dirigirse hacia allí. Aunque la verdad es que le costaba horrores, sus piernas cada vez respondían menos. Las sentía más cansadas… sus pasos eran más lentos. Pero sacando fuerzas del propio miedo a esa soledad que la rodeaba continuo hacia delante. Estaba llegando a esa puerta, ya casi al alcance de sus manos. Solo deseaba cruzarla esperanzada de encontrar al otro lado alguien que pudiera resolver todas sus dudas. Que la ayudara… Y ante todo, apagara esa soledad que sentía y le hacía sentir tanto frio.
Agarrada a la puerta comenzó a empujarla despacio. Intentando escuchar algún sonido que proviniera del otro lado. Voces, ruido… alguna señal que la indicara que no se encontraba allí sola. Pero contrario a sus esperanzas, solo pudo escuchar el sepulcral silencio que había a ese lado de la puerta igualmente. En un último esfuerzo por cruzarla, la empujo con todas sus fuerzas (las pocas que le quedaban)… y dando un paso adelante sintió que todo su cuerpo se helaba. La oscuridad la rodeo y una sensación escalofriante la recorrió de arriba a abajo, para dar paso a…
… abrió sus ojos rápidamente. Y allí se encontró. En su cama, su habitación. Su casa. Todo lo que conocía, y recordaba. Y una sensación de alivio la inundo. Todo había sido un sueño. Una pesadilla más bien. Pero a pesar del mal rato que había pasado, el sentirse segura en su casa, le hizo recuperar la calma. El ritmo de su respiración se fue normalizando, y el miedo que había sentido fue pasando. Y daba gracias por no sentirse sola, porque giro la cabeza y allí le encontró a su lado, durmiendo tranquilo en paz. Y supo que nunca volvería a tener esa sensación de soledad. Porque allí estaría él para borrarla. Y depositando un suave beso en la comisura de sus labios, se tumbo a su lado y comenzó a conciliar de nuevo el sueño. Esta vez tranquila y dulcemente. Porque sabía que estando él en su vida, nunca más habría silencio.
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